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25.4.24

15 DE Marzo DE 2010 | UN ACERCAMIENTO A LA MATERIA

Claves para el aprendizaje de la matemática

10 consejos para establecer encuentros positivos con la matemática y los números. La clave parece estar en el encuentro cotidiano.

Nadie puede ser tan ingenuo de pensar que los niños tienen su primer contacto con la matemática cuando ingresan a primer grado. Pero, a pesar de conocer esta situación, se sabe muy poco acerca de cuáles son las experiencias que preceden a estos contactos.

Subrayando el viejo refrán “más vale prevenir que curar” muchos padres se cuestionan qué pueden hacer por sus hijos para que no les cueste la matemática o cómo hacer para que les agrade y, temiendo un futuro sombrío y muchas veces heredado, “cómo hacer para que no le pase lo mismo que a mí... que no le tema a la matemática”. Sin embargo, cuando aparecen estas preguntas seguramente el niño ya tiene un acerbo de experiencias relacionadas con la matemática que fluyeron de un modo natural y positivo: sabe en qué número de canal está su programa favorito, observó a sus padres horrorizarse frente a los montos de los impuestos y servicios, compartió reiteradas veces las comparaciones de precios durante los paseos de compras, recuerda el día de su cumpleaños, aprendió los números de los colectivos y los trayectos que lo llevan a los lugares que más le gustan y memorizó los números de teléfonos de sus seres queridos. Sus experiencias sociales han sido muchas y variadas pero seguramente poco aprovechadas.


Con respecto a la escuela y específicamente en los grados avanzados de la escolaridad primaria, y más aún en la enseñanza media, la matemática ha sido y lamentablemente continúa siendo el cuco de muchos estudiantes. Hemos visto a más de un alumno sudar intensamente mordiendo el lápiz frente a una hoja con un problema al que hay que encontrarle “esa” solución que no termina de aparecer nunca. Muchos términos como “se bloquea”, “no razona”, “se niega a pensar” son usados por los docentes y padres frente a los fracasos de los niños y adolescentes.

Sin embargo, desde que el mundo es mundo, hay muchos problemas que le llevaron al hombre reiterados intentos para encontrarles respuestas, y otros que aún no tienen solución. Por el contrario, en la escolaridad, todo debe tener solución inmediata, con un determinado procedimiento que, por supuesto, el maestro se encarga de mostrar. Contrariamente al uso que se le da en la escuela, en la historia de la humanidad el hombre ha creado la matemática para dar respuesta a montones de problemas prácticos y luego científicos. Cuando nuestro hombre primitivo se hizo pastor, comenzó a usar los dedos y más adelante una bolsa con piedritas para llevar el recuento de su rebaño a fines de controlar si seguía conservando la misma cantidad de animales o si había perdido alguno.

Esta tarea, por cierto, no tenía fines educativos, sino prácticos. Nadie aseguraría que aquel hombre tenía la intención de inventar números sino que construyó paulatinamente un sistema de numeración como herramienta para dar respuesta a sus necesidades. A pesar de los aportes de la historia y de la premisa de que en el desarrollo del ser humano se repite de alguna manera el proceso de la historia de la humanidad, a la hora de enseñar matemática el origen social y cultural de esta es negado u olvidado.

Así se plantean situaciones que no llegan a tener el estatuto de problemas reales para el alumno que está obligado a resolverlas. Recordamos enunciados tales como Juancito tenía una carreta con 10 botellas, se le rompen 3. ¿Cuántas le quedan?. En realidad a Juancito no lo conoce nadie, la carreta no existe y a nadie le importa que se le hayan roto las botellas.
En consecuencia, menos aún puede importar cuántas le quedan.

Este y otros tantos innumerables ejemplos nos vienen a la mente cuando recordamos nuestra biografía matemática, la pregunta que siempre respondieron a medias maestros y profesores fue para qué nos servían concretamente estos conocimientos. Esta posición incuestionable y casi sagrada de la enseñanza de la matemática la fue llevando a un lugar poco simpático y, como dice el profesor Adrián Paenza, a la matemática le hicieron mala prensa. Acá le proponemos desterrar sus prejuicios, si los tuviere, y colocar a la matemática como nuestra bella anfitriona. Intentamos sacarle su traje de cuco escolar y apostar a que puede ser divertida, que podemos disfrutar con ella, que nos podemos equivocar muchas veces, que se pueden intentar otras soluciones y que se puede jugar haciendo matemática. Simplemente es sostener la afirmación de que la matemática está en lo social y en lo cultural, que está en todos lados y que sólo hace falta descubrirla y divertirse con ella. Nadie puede asegurarle que estos intentos sean suficientes. pero seguro que no serán en vano y usted podrá sortear uno de los primeros obstáculos para lograr un acercamiento más humano a la matemática, donde los conocimientos sean herramientas dominadas y usadas creativamente por el hombre para buscar respuestas a problemas que responden a intereses genuinos.

Claves para no tenerle miedo a la matemática.
O, mejor dicho, para establecer encuentros positivos con ella.


1. Enriquezca el conocimiento del sistema de numeración a partir de situaciones reales y contextualizadas donde la lectura y escritura de los números tengan pleno sentido.


2. Comparta situaciones significativas donde las funciones del número tengan una finalidad concreta.

3. Comparta juegos donde el conocimiento matemático esté involucrado.

4. Estimule la observación de la forma en cuerpos y figuras geométricos.

5. Ayúdelo a orientarse en el espacio.

6. Introdúzcalo en la práctica social de la medida de magnitudes como el peso, la longitud y la capacidad y en el conocimiento de los instrumentos de medición.

7. Oriéntelo en el conocimiento del uso social del tiempo.


8. Presente problemas, no soluciones; intervenga para hacer pensar; aliente la búsqueda de diferentes alternativas de resolución.

9. Fomente la tarea grupal; en matemática no todo es conceptual, también se aprende desde lo actitudinal.

10. Déjese seducir por la matemática, enamórese de ella, comparta su vida cotidiana y permita que sea la más bella anfitriona de un banquete para su intelecto y el de los otros.



Si la implementación de este decálogo no hace efecto en usted, insista y aférrese a él tomándolo como lectura obligatoria diaria, y si no hace efecto en su hijo durante la escolaridad primaria, ¡no se desaliente!, todavía le queda el secundario para intentarlo.



Extraído del libro "Los imprescindibles para la Educación y Crianza" Colección de 3 tomos. Novedad marzo 2010 de Editorial Nazhira.



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